Pero me voy a centrar en dos lugares que los tours esos no te llevan y que pueden pasar desapercibidos, uno porque no se nombra mucho y el otro porque queda lejos de la zona céntrica y donde está casi todo.
Así llegamos a los Iveagh Gardens, un parque medio encanutado entre varios edificios y que queda nada más que a unos 100 metros al sur de St Stephen’s que es el gran parque y que también es muy lindo.
Diseñado por Ninian Niven en 1865 el lugar en si tiene unos 300 años. Arrancó siendo como el “patio” de un conde, luego albergó el Palacio de Exposiciones de Dublín en 1865. Casi todo se mantiene como en su diseño original. Hay un laberinto, fuentes y la joya es la cascada.
A pesar de su ubicación céntrica, el estar rodeado de edificios hace que no sea fácil de ver para el caminante despistado y es un lugar que los locales aprovechan en verano en los cortes de mediodía de las oficinas.
Ahora si nos vamos unos 3km al oeste, que personalmente recomiendo hacerlo a pie bordeando el Liffey, vamos a encontrar el Phoenix Park.
712 hectáreas de verde y uno de los parques más grandes de Europa. Tiene Zoo (el tercero más antiguo) y la casa del presidente aunque alejada de la zona pública. También está el castillo de Ashtown y seguro hay más cosas.
A unas 10 cuadras al sur de este semejante parque llegamos al otro lugar que quería comentar, y nos ponemos un poco más serios para entrar a Kilmainham Gaol, una cárcel devenida en museo.
Inaugurada en 1796 fue "hogar" de varios de los líderes de revueltas por la independencia irlandesa que fueron varias: 1798, 1803, 1848, 1867 y 1916. El último preso de la cárcel fue Éamon de Valera que salió el 16 de julio de 1924.
Estaban todos juntos, hombres, mujeres y hasta niños y niñas. Y en cuanto a delitos tampoco importaba mucho porque podías caer ahí por robar un plato de comida o asesinar a alguien. Un ambiente precioso.
La cárcel había sido construida para mejorar las condiciones de las clásicas prisiones del SXVIII pero rápidamente perdió la “magia”. Los problemas de hacinamiento provocaron enfermedades e hicieron imposible separar las poblaciones de reclusos/as.
A esto se sumó la Gran Hambruna (1845-1852) donde había mucho delito por robo de comida y también se encarcelaba a personas con trastornos de salud mental. Y si faltaba algo más, una Ley de Vagancia (1847) hizo que también marcharan para adentro quienes vivían en la calle.
Las celdas, que estaban diseñadas para 1 huésped, terminaron albergando 5 a la vez. Cualquier similitud con la actualidad es pura coincidencia.