fuji, @vyseal

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Si hay algo que no tolero en lo absoluto, son las mentiras. No importa su tamaño ni la intención detrás de ellas: siempre destruyen la confianza, dañan las relaciones y dejan cicatrices difíciles de borrar. La verdad puede doler, pero vivir en falsedad duele aún más.

Preparar café por las mañanas no es solo un hábito, es mi manera de tomarme un respiro antes de que todo comience. Mientras hago cada paso con cuidado, siento que me regalo unos minutos de calma y que todo lo demás puede esperar.

𖠁 ༉.

La tranquilidad que ofrece el mar es realmente incomparable. No hay nada más agradable que sentarse en la arena al final de la tarde cuando casi no queda nadie alrededor, dejar que la brisa sople con fuerza y escuchar el constante romper de las olas en la orilla.

« He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame decirle que la admiro y la amo apasionadamente. » ⭒ Pride and prejudice / 2005.

Para mí, salir sin mis audífonos de verdad que no es una opción. Los necesito constantemente para escuchar música, podcasts o simplemente aislarme un poco del ruido que me rodea. A esta altura, se han vuelto tan imprescindibles que salir sin ellos me hace sentir incompleto.

Tengo una enorme fijación con perfumar mis cosas, no solo porque me guste que huelan bien, sino porque siento que los aromas son una extensión de mi personalidad. Para mí, un buen perfume no es solo un detalle, es una forma de permanecer en la memoria de quienes me rodean.

En este último tiempo he estado aprendiendo a quererme más, a dejar de compararme y a valorar mis propios logros, por más pequeños que sean. Estoy entendiendo finalmente que cuidarme y respetarme es la forma más sencilla de encontrar paz conmigo mismo.

Hay apodos que suenan igual para todos, pero cuando tu persona especial le pone un “mi” delante, se siente distinto: más cercano, más cálido, más tuyo. Ese simple “mi” transforma algo común en un detalle que te hace sonreír como tonto sin explicación alguna.

Soy de esas personas a las que les cuesta dejar ir ciertas cosas. Ya sean recuerdos, relaciones o situaciones, siempre siento que algo dentro mío me impulsa a aferrarme, incluso cuando sé que lo más sano sería soltar. Es un lío constante entre lo que quiero y lo que debería.

Para mí el trato espejo significa equilibrio, no voy a dar más de lo que recibo ni menos de lo que me entregan. Si alguien me ofrece respeto y atención, lo tendrá de vuelta; si no, tan solo me reservo. Es mi manera de cuidar mi paz mental y mantener relaciones justas.

Estoy empezando a interesarme en coleccionar tazas. Me encanta cómo algo tan simple puede tener un millón de diseños distintos, cada uno con su personalidad, colores y formas. La idea de tener una pequeña colección que refleje mis gustos me resulta increíble.

Detesto cuando el clima está inestable porque transforma algo tan simple como vestirse en un juego de adivinanza. Miro el cielo, reviso el pronóstico y aún así termino equivocado: o me sobra ropa o me falta. Esa sensación de nunca acertar es desesperante.

Creo [honestamente] que en una relación, el tiempo nunca debería ser excusa para dejar de cuidar los detalles. Cada gesto, cada palabra y cada pequeño acto de cariño son los que mantienen viva la conexión y recuerdan que el amor se elige, no se da por sentado.

Despertar cansado es una de las cosas más desgastantes que existen. Abrir los ojos y sentir que el cuerpo no responde, que la mente no acompaña y que todo el día se tiñe de desgano. Es como empezar la jornada sin la más mínima motivación para afrontar lo que venga.

El té es una de mis cosas favoritas y realmente me interesa probar todos los tipos posibles. No me importa si es fuerte, suave, clásico o con algún tipo de mezclas especiales, siempre encuentro algo que me gusta en cada variedad. Para mí, de verdad que no existe algo mejor.

Ser selectivo con quienes me rodean no es un capricho, es una forma de autocuidado. No necesito relaciones que sean un desgaste, sino vínculos que aporten confianza y respeto. Con el tiempo aprendí que la calidad de las personas a mi alrededor definitivamente si influye.

Pasar la tarde acompañado de los ronroneos de mi gata se ha convertido de verdad en uno de los mayores placeres de mis días. Ese murmullo cálido y rítmico que llena la habitación me brinda una sensación de calma que es difícil de explicar.

Aunque me tome tiempo confiar y acercarme a los demás, cuando logro formar un vínculo, este se queda. No se rompe con la distancia ni con el tiempo, perdura porque nace de un compromiso silencioso que no necesita demostraciones constantes.